martes, 30 de diciembre de 2008

DESDE CUBA

"Mientras imaginaba mi futuro sin hijos escuché la noticia del atroz bombardeo de Israel sobre la franja de Gaza. Más de 200 muertos un 27 de diciembre de 2008, como para despedir el año. En Bogotá, una artista rotunda, abiertamente luchadora por los derechos del hombre a la vida digna, una cultivadora del teatro respetada en el mundo entero, está siendo sometida a una campaña de difamación y peligro para su vida. Nosotros, en Bucaramanga (Colombia), y Santa Clara (Cuba), organizamos un Puente de Azúcar. ¿Podrá un puente tan frágil resistir las furias del bombardeo y la difamación que caracteriza nuestra época? Bombas, muertos, violencia, heridas, fragilidad, atomización, desarraigo… Nuestro mundo parece un volcán en ebullición, y la tranquilidad de los que parecen salvarse del desastre no es más que un espejismo, un compás de espera o una inútil complacencia, un olvido imperdonable, la desidia ante el otro, el egoísmo que ya no cabe en la capa de ozono o el desinterés interesado de los que viven más a costa de los que ya, en este instante, sin haber nacido, están condenados a morir.Bucaramanga es una ciudad plena de luz, con un sol parecido al de Santa Clara y hermanada en la ausencia del mar; bajo sus búcaros de flores esconde la sangre y la vida al mismo tiempo. Santa Clara es una ciudad también mujer, también de luz, donde la historia se guarda en los rieles rotos de un tren, y las calles estrechas obligan a tropezar con la gente.¿Podrá un puente de Azúcar resistir este afán de encuentro? Entre tantas preguntas urgentes sobre el futuro me aferro a la idea del encuentro, a la idea de los espacios de compromiso real, con personas concretas, con nombres y apellidos que están dispuestos a atravesar un puente aunque sea frágil y detrás solo aparezca lo dudoso. El cultivo del juego, como dice Jaime, en medio de este mundo de horror, es el cultivo de la esperanza, el cultivo de la dignidad, el cultivo de la memoria. Porque no podemos olvidar que el hombre está hecho para la vida, y que dentro de este espacio tenemos la obligación de hacer preguntas inquietantes, de ir contra la corriente, de romper las imágenes que nos envuelven en un todo amorfo y nos impiden reaccionar. Creo que somos artistas para mirar lejos y defender lo frágil, lo que aún no ha crecido. Creo que somos artistas para buscar hondo las preguntas que no salen a flote, para hurgar lo que más duele y hiere, con la delicadeza de quien siembra una planta o se enamora por primera vez. Es por eso que creo en estos puentes aunque las hormigas vengan a comerse sus hilos. Creo en los caminos que esas hormigas definirán. Y creo que en medio de ese torbellino de tierra y huevos blancos que las hormigas dejen, algo vivo nacerá, algo que pueda parecer intenso, auténtico y hermoso, algo humano que nos conmueva por su belleza y humildad. Sé que es otra ilusión, pero las ilusiones que se afianzan en la dignidad humana son las únicas por las que vale la pena luchar.

Roxana Pineda Labairo. Curadora del proyecto.

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